Desde la adolescencia sentí gran interés por conceptos de las culturas orientales tales como la visión unitaria de mente y cuerpo, la energía Qi de la medicina china, el prana de la cultura hindú… La lectura de algunos libros del incombustible Ramiro Calle u otros como
llamaron poderosamente mi atención. A los 18 años conocí la práctica del yoga de la mano de Jorge López de Castro en un bajo de la calle Arabella, en el barrio Bilbaino de Begoña.
En aquella época también me interesé por conceptos de la obra freudiana tales como la sexualidad, inconsciente, represión, frustración, interpretación de los sueños…Ambas informaciones se guardaban en zonas separadas de mi mente. No era consciente de su nexo común. Por ello la lectura de la obra de Wilhelm Reich me impactó tanto.
Recuerdo el primer libro que este genial autor que cayó en mis manos: “La función del orgasmo”.
Dotaba, de forma genial, de base científica a todo aquello que había asimilado a través de la lectura, la práctica y mi propia experiencia vital. El hilo rojo de la vida de Reich –la energía vital– era el nexo que unía aquellas dos fichas separadas en mi mente.
Wilhelm Reich, partiendo del psicoanálisis freudiano más ortodoxo, hipotetizó e investigó científicamente la existencia de una coraza caracteromuscular dispuesta cefalocaudalmente en siete segmentos o anillos. También describió la existencia de una energía vital universal que denominó orgón. El paralelismo de estos conceptos con otros como los chakras de la milenaria religión hinduista, o el prana, qì, kundalini de diversas religiones y filosofías místicas asiáticas, era fascinante. ¡Por dos caminos opuestos se llegaba a un mismo sitio!
Lo siguiente fue localizar continuadores de la obra de Reich. En el 1987 comencé mi análisis con Xavier Serrano, con quien pude comprobar, de forma vivencial, la veracidad y potencia de las teorías reichianas.
Tras llevar a cabo mi formación en la Escuela Española de Terapia Reichiana comencé a desarrollar mi trabajo como Psicoterapeuta Caracteroanalítico en Bilbao. En el año 2.000 abrí mi propio centro, en el cual actualmente sigo trabajando.